Las hierbas que son percibidas como “naturales” y “sanas” pueden resultar tóxicas para el hígado

Dr. Martin Tagle
gastroenterólogo y Hepatólogo
CMP 22752. RNE 12957
Gastrohealth
Miami, Florida
martintagle@gmail.com

En estos tiempos es muy normal y además plausible que las personas estemos en constante búsqueda de la eterna juventud, de tener un estilo de vida saludable, y de prevenir enfermedades. Las redes sociales nos inundan de consejos para conservar el peso, y están llenas de distintos tipos y horarios de dietas, esquemas de ejercicios, además de técnicas de relajación, yoga, meditación, mindfullness entre otras.

Todo eso está muy bien, hasta que entra a tallar la recomendación y comercialización de los llamados “productos naturales”. Dichos productos son por lo general compuestos herbales, combinaciones de distintos tipos de productos botánicos procesados y encapsulados, para luego ser colocados en una presentación muy bien elaborada y exhibida en frascos que le dan una imagen de producto probado científicamente. A veces se trata de un solo compuesto, otras veces son varios en una sola cápsula. La idea generalizada siempre es: “Esto es natural, no es un químico, por lo tanto, no te puede hacer daño”, y “es muy bueno para…” (pongan el nombre de enfermedad o condición que quieran).

Nada más lejos de la verdad. La toxicidad hepática por compuestos herbales es todo un capítulo de la hepatología moderna, y existen registros en EE. UU., Europa e incluso en nuestro continente, donde hemos reportado casos de personas que han tenido problemas de enfermedad hepática por hierbas, inclusive algunos fallecidos o trasplantados del hígado. A diferencia de lo que ocurre siempre con los fármacos convencionales, estos compuestos no han sido depurados en estudios clínicos que tardan muchos años en probar su seguridad, tolerancia y eficacia. No hay entidad que regule su venta y son comercializados libremente, sin aprobación de entidades reguladoras como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) o la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés).

Póngase a pensar: se toma Ud. el compuesto “X” con un nombre científico botánico difícil de pronunciar, pero con un sobrenombre amigable, porque un amigo le dijo que era “muy bueno”. ¿Y dónde está la prueba científica? Al fin y al cabo, es una sustancia (o sustancias) químicas que se absorben desde el intestino y van necesariamente al hígado -como todo fármaco-. Y ahí viene lo impredecible. Por supuesto no todas las personas van a tener problemas, pero un porcentaje nada despreciable puede tener reacciones inesperadas, como elevación de las transaminasas, ictericia (color amarillo de piel y ojos, que ya implica un grado de severidad mayor) y daño severo del hígado. Peor aún si la persona consume otros medicamentos con los cuales estos compuestos pueden interactuar. Pueden potenciar la toxicidad de algunas medicinas o al revés, restarles eficacia. Ejemplos abundan, como anticonvulsivantes, anticoagulantes, medicamentos cardiovasculares, o tratamientos oncológicos.

Recuerde: ningún compuesto herbal es necesario y menos indispensable. Tampoco tenga la idea de que son inocuos. Si Ud. consume algún medicamento prescrito por su médico no debe tomar nada que afecte su seguridad y eficacia, y menos estos supuestos remedios naturales que solo pueden poner en riesgo su salud y su vida.

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