Cuento: Nahali y Bîsái

Texto e ilustración: Sol Chaparro
Profesora de educación inicial

Cuento para toda la familia

Dicen que una vez nació una niña en el bosque, entre flores de loto y plantas que flotaban en un lago grande y hermoso. En ese mismo espeso bosque vivía un tigre, un tigre blanco y grande, con rayas negras y al que podías ver desde la distancia. Él caminaba entre los árboles y las flores y todos los animales que también habitaban en el bosque, lo miraban con mucho respeto.

Cierto día, mientras paseaba, escuchó un sonido que le llamó la atención, este era muy diferente a los que normalmente se oían en el bosque. Caminó y caminó entre las plantas, troncos, flores y hongos y el sonido lo llevó hasta un lago grande, azul oscuro que casi no se movía y solo lo hacía al compás de las hojas que caían de los árboles de alrededor.

El tigre blanco se quedó mirando asombrado este hermoso sitio cuando, de pronto al volver su vista hacia la orilla se dio con la sorpresa que había un bebé, un pequeño bebé que lo miraba mientras hacía sonidos con su boca. Estaba acurrucada entre flores de loto y ellas mismas, con el movimiento de las olas que la suave brisa creaba en el lago, la mecían como si estuviera esperando al imponente tigre.

Fue así que Nahali la bebé y Bîsái el tigre blanco, se conocieron. Desde ese primer día estuvieron juntos y no se separaron más, siempre Nahali detrás de Bîsái, siguiendo sus pasos. Él le enseñó todo lo que la naturaleza significaba y el cariño, respeto y amor que había que tenerle. Cada planta, animal, árbol e insecto tenían un sentido y un propósito y ella comenzó a ser parte de ese hermoso lugar. Soportando las grandes lluvias, difíciles olas de calor y el frío congelante a su paso, Nahali hizo del bosque su hogar.

El lugar favorito de ambos era sentarse debajo de un enorme árbol, ellos lo llamaban “El árbol de la vida” porque era justo en ese lugar, cerca al lago, donde ambos se habían conocido. Bîsái se echaba en el pasto y Nahali encima de él mientras jugaba con su cola y, entre risas y juegos, ambos se quedaban dormidos. Y así pasaban los días y poco a poco Bisái y Nahali se iban conociendo y conectando más.

Pero ¿Cómo un tigre pudo criar a una bebé? pues estas cosas solo suceden en muy raras ocasiones ¿Un golpe de suerte? tal vez, lo único que ellos sabían era que dentro de sus corazones se aceptaron y así se querían.

El tiempo pasó, Nahali creció hasta convertirse en una mujer fuerte y hermosa. Ella descubrió que tenía magia en sus manos y cada cosa que tocaba la llenaba de un brillo especial, sanando todo a su paso y la naturaleza, sabia, le respondía dándole los mejores frutos y plantas. Era feliz en el bosque con todos los animales, plantas y árboles. Pero, así como ella iba creciendo y haciéndose más rápida y fuerte, Bîsái se hacía cada vez más lento y viejo.

El imponente tigre blanco Bîsái, que al principio iba adelante al caminar, miraba con resignación pero con gratitud y alegría, como Nahali respondía a todo lo que le había enseñado, los animales la respetaban y querían estar cerca de ella. Poco a poco dejó que Nahali tomara su lugar.

Cuando Bîsái partió y se hizo uno con la tierra, Nahali se volvió la guardiana y cuidadora del bosque y, para poder honrar a su querido compañero, tomó una flor de loto y la llevó al lago donde se conocieron por primera vez. Así, ella se despedía de él de la misma manera, recordándolo siempre como su más amado amigo y compañero de vida.