Estás en tu legítimo derecho de saber todo sobre lo que alojas en tu cuerpo.
No te sientas intimidada: infórmate y pregunta.
No hay duda de que el hombre -o en este caso, la mujer- propone y Dios dispone. Cuando recibí la cuarta y última quimioterapia del primer ciclo de tres meses, el catéter port me jugó una mala pasada. Para los no iniciados: el catéter es un ‘puerto’ a través del cual me administran los medicamentos y tiene una pequeña pieza que se puede ver y tocar porque queda fuera del cuerpo. Un disco como una moneda se esconde bajo mi piel y un tubito de plástico se encuentra dentro de una vena, fuera de mi vista pero dentro de mi organismo. La piel alrededor del dispositivo estaba más inflamada y enrojecida que de costumbre.
A la enfermera asignada a mi habitación no le gustó ni el color ni la apariencia de la piel. Pidió contactarse con mi oncólogo, por- que no le parecía prudente utilizar -al menos por esa vez- el reservorio. Ella sugería entrar por la vena de mi antebrazo para transportar los agentes químicos que están aniquilando a las células cancerosas. Eso fue finalmente lo que hicieron. Ojos de enfermera experimentada no se equivocan.
Es probable que la inflamación sea la respuesta de mi sistema inmunológico a invasores extraños, tales como virus y bacterias y por eso mi médico me ha recetado antibióticos para que la infección o riesgo de infección ceda. Sin duda, superaré el episodio, pero en el mientras tanto estoy debilitando mi flora intestinal. En estos momentos estoy en observación hasta que se determine si el dispositivo se puede seguir utilizando o si nuevamente tendrán que pincharme la mano.
A mí también me parecía feo el aspecto de mi catéter, pero no fue hasta que una enfermera atenta llamó la atención de mi médico, que supe que no debía soportarlo y más bien sonar la alarma. Asumo que alguna toxina ingresó subrepticiamente a mi cuerpo, porque no se siguieron los protocolos que los profesionales de enfermería deben de cumplir para el mantenimiento y cuidado responsable del equipo. Es un hecho que los riesgos se pueden minimizar, si es que los pacientes tuviéramos acceso a la información relevante y oportuna. Pienso, por ejemplo, en una cartilla que destaque los cuidados generales que las enfermeras, pacientes y cuidadores deben observar en procedimientos sensibles como este que describo. Una suerte de capacitación en educación sanitaria.
Este episodio me ha servido para reflexionar sobre la facilidad con que nosotros las personas renunciamos a que se respeten nuestros derechos de paciente, a recibir una atención de calidad de salud. Sin querer queriendo, al elegir un tratamiento y cumplirlo, hipotecamos NUESTRO cuerpo.
Algo más
Antes de colocarte el catéter, tu enfermera debe cumplir estas normas sanitarias: ponerse mandilón, gorra y máscara, lavarse bien las manos y colocarse guantes estériles.
•Ten presente que la forma correcta de fijar el dispositivo es con el dedo pulgar e índice.
•Si notas enrojecimiento en la zona, picazón, fiebre o dolor avisa inmediatamente a tu médico.
Fuente: Alfredo Aguilar, médico oncólogo de Oncosalud Auna
Esta columna apareció por primera vez el 13 de Diciembre de 2015 en el semanario viù! De El Comercio de Perú. Reproducida con permiso de la autora.