Cuento. ¡La aventuras de Simón!

Cuento
¡La aventuras de Simón!

Texto e ilustración: Sol Chaparro
Profesora de educación inicial.

Edad sugerida: 5 a 6 años

En una mañana cálida y amigable, donde el sol entraba por la casa de la familia Rey, salió de su cama un gatito cálico llamado Simón. Él, junto a sus hermanos, eran nuevos en el barrio, pues habían nacido hacía poco. Simón, luego de un bostezo grande, decidió ir a caminar y buscar nuevas aventuras.

Mientras lo hacía, se cruzó con un espejo enorme. Entonces, al mirarlo, vio un gato al frente suyo y se acercó a saludarlo. Sin embargo, cuando se dio cuenta que el gato hacía las mismas mímicas que él, se pegó tal susto que se escondió debajo de un mueble rojo.

  • ¡Simón, Simón, ¿dónde estás?- lo llamó una voz dulce y suave. Simón sacó su cabecita por el mueble y dijo –”aquí estoy mami”- . Ella lo estaba buscando, ya que al despertarse no lo había encontrado.

Simón le contó a su mamá que había visto un gato cerca que le daba miedo y le señaló el lugar. Su mamá al ver dónde estaba señalando Simón, se dio cuenta que era un espejo y con una sonrisa encantadora le dijo:

  • “Tranquilo mi pequeño, que solo es un espejo. Ven vamos juntos a mirarlo de nuevo”- Y con una de sus patas logró sacar al pequeño gatito asustado. Simón se armó de valor y decidió ir a investigar, ya no tenía miedo pues estaba junto a su mamá.

Al mirarse, su mamá le dijo que era su reflejo y que se estaba viendo a sí mismo. Entonces, Simón que estaba escondido detrás de una de las patas de su mamá, decidió salir ahora más confiado y sorprendido, ya que era la primera vez que se veía.

Se dio con la sorpresa que era un gato que tenía tres colores diferente:, blanco, negro y naranja, estaban todos repartidos por su cuerpo. Tenía el pelo corto, él se acordaba haber visto a su tío que tenía pelo largo y gris.

Su mamá al verlo confundido, le contó que cada gato era diferente y que podían haber gatos de muchos colores como pardos, negros, blancos así como él que tenía más de un color. Simón, asombrado, empezó a buscar si tenía más colores en su cuerpo y se topó con sus bigotes blancos largos y gruesos.

-”¿Mamá, para qué sirven estos bigotes?”- preguntó Simón mientras se los miraba y los tocaba con su pata. Su mamá le explicó que servían como receptores, pues ayudaban a sentir lo que había alrededor, pelos duros y largos pero muy importantes para ellos.

Luego, Simón chequeó sus ojos enormes y sus orejas grandes. Su mamá se dio cuenta de la curiosidad de Simón de conocerse, así es que se acercó a la altura de él y con sus ojos grandotes lo miró y le dijo que sus ojos lo podían ayudar a ver mejor y más claro de noche. “Ya no tendrás miedo de noche”, le dijo. Además, mientras Simón creciera sus ojos cambiarían de color hasta llegar a ser marrones, verdes, amarillos o azules.

Simón sorprendido se miraba sin cesar los ojos y esperaba ansioso por crecer y ver de qué color serían. ¿Serán verdes como los de mi mamá o se quedarán azules?- se preguntó.

La mamá de Simón con una pequeña sonrisa, le lamió las orejas y le explicó que ellas ayudaban a escuchar ruidos que los humanos no podían. Además, podían moverlas por todas direcciones hacia el sonido que estaban oyendo.

Simón emocionado se puso a buscar todos los sonidos que podía, escuchaba los sonidos de la calle, una bicicleta, un niño en su skate, un carro con música, entre otras cosas. Simón amaba conocerse.
Con mucha curiosidad se miró las patas y vio que eran acolchadas. En seguida miró a su mamá y le preguntó sobre este nuevo descubrimiento.

Su madre le dijo que esas almohadillas eran muy fuertes, resistentes pero a la vez sensibles. “Son fuertes porque no dejan que objetos afilados como espinas puedan pincharlos, pero son muy sensibles a las temperaturas muy calientes. Así mismo, al ser tan suaves -cuando se mueven- lo hacen de forma silenciosa y sin hacer ruido”, dijo mamá.

Simón estaba maravillado! Le encantaba que su mamá le enseñara todo sobre los gatos. Entonces dio un fuerte bostezo y vio sus grandes colmillos, muy necesarios para comer su alimento favorito, el pescado.

Más abajo Simón vio su lengua y antes de cerrar su boca decidió tocársela y la sintió áspera. Intrigado le preguntó a su mamá: -”¿Por qué nuestra lengua es tan áspera mamá?”- . Con mucho amor su mamá lo volvió a lamer y le dijo que servía como un pequeño cepillo que barría con todas las partículas que habían en su pelo, quiere decir, que los ayudaba a estar limpios.

Cuando su mamá terminó de contarle a Simón sobre su lengua, ya era la hora de la comida. Entonces junto con su mamá y sus hermanos fueron a la cocina para comer su rico pescado.
!Qué maravilla! Simón ha aprendido mucho sobre los gatos y sobre él mismo.

Ya con la barriguita satisfecha, a Simón le empezó a dar mucho sueño y de un bostezo se echó a dormir. Su mamá, con una tierna mirada, cargó a su pequeño gatito con su boca y lo llevó a su cama. Simón soñó con todas las cosas nuevas que había aprendido. Una nueva aventura más para este curioso gatito.

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