El profesor Requesón
Texto e ilustración: Sol Chaparro
Profesora de Educación
Edad sugerida: Niños de 4 a 5 años
Era ya tiempo de volver a la escuela y el profesor Requesón debía regresar a dictar sus clases. Él, como la mayoría de los ratones del pueblo, había pasado los meses de verano en el campo para disfrutar de su familia.
Esa mañana cogió su maleta, metió en ella los libros, las tizas, un trozo de queso -aquel de fuerte olor que era su favorito- y se puso su sombrero. Se despidió de sus hijos y de su esposa y partió a la ciudad sin más demora.
«Ya regreso» – dijo el alegre profesor y les dio un beso a cada uno.
Llegó a la ciudad y todo estaba silencioso y tranquilo. Un cielo azul y despejado lo recibió, pajaritos cantando y poca gente en la calles. «Algo está pasando» se dijo Requesón. «La ciudad no es la misma, dónde están todos, por qué no hay bulla, autos, movimiento y el tráfico?»
Continúo su camino y al llegar a la escuela el profesor Requesón se sorprendió. – «¿Cómo? ¿Dónde están los alumnos? Aquí, en la escuela solo estoy yo! – ¿Me habré equivocado de día? -¿Qué pasó?»
Como el profesor Requesón se había dedicado en el verano a las actividades del campo, no había tenido tiempo de enterarse de las últimas noticias. Se fue caminando hacia el auditorio de la escuela a paso lento y calmado. Miles de pensamientos e ideas pasaban por su cabeza. -«Qué haré? A quién le puedo preguntar qué ha pasado?» En ese momento recordó haber visto un televisor en la sala de profesores.
-«Es momento de informarme»- dijo el profesor Requesón, se dirigió hacia la sala y prendió la televisión.
Se sentó y mientras veía las noticias, sus ojos poco a poco se fueron abriendo cada vez más de sorpresa y de asombro. En los pocos meses que había estado en su casita de campo con su familia, todo había cambiado. Había un virus que hacía daño rondando por las calles y los niños ahora tendrían que estudiar ¡desde su casa! Pero el distinguido ratón no se asustó. -«¡Manos a la obra! – dijo Requesón. No me puedo quedar atrás, mis alumnos me necesitan».
Entonces, de un salto se levantó de la silla. Tenía que empezar de inmediato, no podía perder el tiempo. – «A partir de ahora utilizaré la tecnología y a través de la internet, llegaré a mis niños con la misma paciencia y dedicación que siempre he tenido con ellos. No habrá quien me detenga!»- dijo Requesón.
Fue así que el profesor Requesón, con gran ilusión y lleno de grandes ideas, regresó a su casita de campo. Desempolvó su vieja computadora y se dispuso a preparar sus clases.
A la mañana siguiente pudo ver en la pantalla de su computadora a sus alumnos Mateo, Catalina, Daniel y Valentina que lo esperaban llenos de entusiasmo para saludarlo y llenarse de conocimientos ¡Un gran reencuentro, sin duda!
«Esta experiencia es lo mejor que me ha pasado», pensó Requesón. «Estoy trabajando desde mi casita en el campo donde disfruto de mi familia y de la naturaleza y, al mismo tiempo, puedo compartir mis clases con los niños. Qué maravilla esto de la tecnología !»
Un año ha pasado desde entonces. El profesor Requesón volverá al colegio pero nunca olvidará esos maravillosos momentos en los que, con la ayuda de la tecnología, pudo estar cerca de sus alumnos, a pesar de la distancia. Ahora valora mucho más cada encuentro que tiene con sus alumnos, amigos y familiares de la ciudad.