Aceptar que la despedida está muy cerca
Corina Delgado Morales, periodista Corina Delgado Morales
(En memoria de Rosa Elvira Morales Morales, mi madre. ¡Feliz cumpleaños mamá! 05/11/2019)
Cada día lo recuerdo como si fuese ayer, ese 30 de diciembre de 2017, cuando, a pesar de que luchaste mucho durante casi tres meses, llegó el día en que te tuviste que despedir. Me pediste que me acerque a tu cama y me dijiste lo mucho que me amabas y que, desde donde estés, siempre nos ibas a cuidar.
Qué duro fue aceptar ese momento y entender que sí, que aunque doliera, era mejor dejar que te despidieras, que me dijeras todo lo que querías decirme y aguantarme el llanto lo más que podía para, con mi escucha atenta, darte la paz de no dejar nada a medias y, por supuesto, también para decirte todo lo que quería que sepas: Que siempre te amaré y que no te preocupes por nosotros, porque tus tres hijos ya somos adultos, porque ya nos diste bastante de tu tiempo y que te merecías tener mucha paz y ya nada de preocupaciones, esas preocupaciones que en este mundo sobran.
Fue difícil, pero lo hice porque, alguna vez, escuché lo importante que es aprender a amar y no a sentir apego y recién lo entendí el día que nos despedimos, recién entendí que no se trataba de cómo me sintiera yo o de que yo creyera que lo correcto era retenerte. No se trataba de mí, se trataba de ti, de entender que era tu momento, que ya no tenías por qué sufrir más y que, por supuesto, la clave de amar es soltar, es dejar que nuestro ser querido sea feliz, aunque esa felicidad ya no sea estar a nuestro lado, sino al lado de Dios. Fue el reto más difícil de mi vida, hasta ahora me cuesta entenderlo, pero, en ese momento, solo pude pensar en ti, en lo importante que era para ti que te escuche despedirte y, también, que te despida con las palabras más tranquilizadoras que encontré.
Por eso, el mejor consejo que puedo darle a un familiar de un paciente oncológico en etapa terminal, sin duda, sería este: Sé que aceptar una partida es muy doloroso, hasta ahora revivo ese instante cada uno de mis días, pero, en este último momento de vida de nuestro ser querido, tratemos de ser lo suficientemente empáticos como para permitirle despedirse y despedirnos en paz, sin esas dolorosas frases que tratan de retenerlo en esta vida, cuando evidentemente su cuerpo ya no da más, cuando el dolor que sienten no se calma ni con las pastillas ni con el suero, sin esos llantos o gritos ruidosos que solo lo ponen más nervioso. Aprendamos a dejarlos ir en paz. Es el mejor regalo que podemos darle en los últimos días, horas o minutos de su vida.
Digo todo esto porque, aunque yo pude despedirme de mi madre, Rosa, quien falleció cuatro días después de ese evento, el 03 de enero de 2018, pude ver las diferentes reacciones que hubo en torno de sus últimos momentos. Y, aunque nadie está preparado para este tipo de despedidas, todo lo vivido me dejó el siguiente aprendizaje y espero que les ayude, en caso lleguen a necesitarlo:
– Debes estar preparado para todas las preguntas de tu ser querido. Un día, durante una visita al INEN, mi hermana le dijo a mi mamá: “No te preocupes, todo va a estar bien”. Y mi madre le respondió: “Si todo va a estar bien, ¿por qué yo tengo tanto miedo?” Mi hermana no supo que responderle porque, claro, es difícil estar listo para enfrentar ese tipo de preguntas, pero debemos estarlo. Un paciente oncológico está lleno de dudas y preguntas por la misma incertidumbre que le produce su diagnóstico. Que estés preparado para darle una respuesta, lo más atinada posible, es la mejor forma de transmitirle la seguridad que necesita en ese momento. Si evades la pregunta, lo único que le haces sentir es que tienes la misma incertidumbre que él sobre qué pasará y por qué suceden ciertas cosas. Y, aunque sea verdad que tienes esa misma incertidumbre, trata de darle a tu ser querido el mayor nivel de seguridad que te sea posible.
– Si te avisan que tu ser querido está mal de salud, no subestimes ese aviso. El cáncer es una enfermedad que, en ocasiones, se expande con rapidez. Desde que mi mamá se enteró de que tenía cáncer hasta el día que falleció pasaron menos de tres meses. Por eso, no te demores, ve a la casa de tu ser querido, visítalo, dile todo lo que quieres decirle, con mucho amor, para que no quede nada a medias. Tratar de negar lo evidente o postergar tu visita o despedida porque piensas que asumiendo la cercanía del final no lo ayudas a mejorar es un gran error, porque, si es su momento, igual se irá y siempre será mejor darle a tu ser querido la tranquilidad de decirte adiós y escuchar de tus labios que, aunque él ya no esté, todos estarán bien y que puede ir en paz.
– Dale sus gustos. En sus últimos momentos, tu ser querido va a querer disfrutar de aquellos sabores que siempre le gustaron. Mi mamá pidió piña golden y pollo a la brasa en el transcurso de su última semana con vida, solo comió un trocito de cada uno, pero con un placer y un disfrute que seguro muchos quisiéramos tener al comer. Deja que tu ser querido tenga ese privilegio, aunque solo pueda comer un poquito, porque sus ganas de saborear aquello que le gusta “por última vez” es comprensible en su situación, ya que lo que viene después de la vida está lleno de incertidumbres y él lo saben muy bien.
– Finalmente, te sugiero que, por más difícil que sea para ti aceptarlo, si tu ser querido es un paciente oncológico en etapa terminal y está en sus últimos momentos, por favor, no lo lleves a un hospital. Déjalo irse en paz desde la comodidad de su casa y rodeado por sus seres más amados. Al hospitalizarlo hasta el final no lo estás ayudando a mejorar, por el contrario, solo evitas que se despida desde la tranquilidad hogareña que tu ser querido necesita y no le permites dar su último suspiro a tu lado.
Nadie dice que será fácil, para mí la muerte de mi madre por causa del cáncer a la tiroides, a los 64 años, ha sido la experiencia más difícil que me tocó vivir, pero siempre tratemos de pensar más allá de lo que nosotros, como familiares, queremos y aceptemos lo que ellos realmente necesitan vivir en sus últimos momentos.