María Lourdes Cáceres
Psicólogo y Psicoterapeuta
CPsPn°31996
Ante todo, debemos validar los sentimientos de aquel que ha sufrido la pérdida de un ser querido, que pueden ser tan variados como tristeza, rabia, impotencia, negación, desconcierto, frustración, culpa. Las emociones como tales no son buenas ni malas, muchas veces éstas nos sirven como protección y adaptación a las situaciones que nos tocan vivir.
Durante el duelo, muchas emociones se hacen presentes y es normal que así sea. Por lo tanto, dejemos que se expresen con libertad y respeto.
Permítele llorar, enfadarse, verbalizar sus sentimientos, le serán de gran ayuda para elaborar el duelo y transitar por él. Algunas veces, no querrá hablar ni llorar y es necesario también entender su decisión de no hacerlo.
Ayúdalo de manera concreta, ofrécele tu apoyo para hacer tareas específicas como hacer algún trámite, comprar alimentos, pagar algún servicio, recoger a los hijos, si los tuviera, etc. Llámalo, pásale un mensaje de apoyo, aun cuando no te responda de inmediato, hacerle sentir que no está solo en estos momentos es de mucha utilidad.
Evitemos frases hechas como “tal vez era lo mejor”, “las cosas pasan por algo”, “el tiempo lo cura todo”, “tienes que ser fuerte”, “tienes que pensar en tus hijos/esposo(a), madre, etc.”. Estas frases generan que el doliente se inhiba, luche contra sus propias emociones porque “debe ser fuerte” con lo cual, no podrá transitar de una manera adecuada el camino de su duelo. Son frases, que aunque se escuchan con frecuencia, pueden resultar invalidantes y no prestan ayuda al doliente, a pesar de que muchas veces se hacen con buena intención. El duelo es un momento de tanta vulnerabilidad en la que una palabra equivocada, puede generar más dolor.
Por otro lado frases como “no tengo palabras para expresarte lo que siento”, “no puedo imaginar lo duro que es este momento para ti”, “estoy aquí a tu lado, contigo”, “cuenta conmigo”, “nada hará que tu dolor disminuya pero quiero que sepas que no estás solo”, “si me necesitas en cualquier momento sólo llámame y allí estaré” son frases que demuestran empatía y respeto y generan cercanía con el doliente.
En algunas ocasiones, si el doliente lo requiere, podremos contarles nuestras propias experiencias en torno a nuestros propios duelos, los desafíos que hemos enfrentamos y qué hicimos para poder superarlo de a pocos. Si el mensaje se emite desde un lenguaje de respeto y empatía, podrá ser de ayuda al deudo porque podrá sentir que siempre hay una luz al final del camino, que hay formas de seguir adelante.
Hay que tener en cuenta que en los gestos son igual de importantes que las palabras. El lenguaje no verbal comunica muchas cosas y en estos momentos, son de igual o mayor importancia que las palabras. Un silencio respetuoso, una mano en el hombro, un apretón de manos, un abrazo genuino, pueden expresar lo que queremos sin tener que recurrir a las palabras y muchas veces sirven como un bálsamo para el dolor.
Finalmente, recordemos que cada persona vive el duelo de una manera única e irrepetible. Es importante mostrar respeto a su tiempo, espacio y a su forma de vivir el duelo. La mejor manera de apoyarlos será siempre a través de la cercanía, el respeto y la comprensión, acompañando su tránsito por el dolor con sentimientos genuinos y actos concretos, de corazón a corazón.