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COMORBILIDADES Y CÁNCER

Lic. Milagros La Rosa Canales

Nutricionista Oncóloga

La comorbilidad en pacientes con cáncer es un dilema por resolver importante, cada vez más frecuente en la población con eventos de cáncer. Podemos mencionar las enfermedades más frecuentes como las dislipidemias, DM II, HTA, ERC, ECV y otros.

Las comorbilidades pueden influir en las decisiones sobre el tratamiento, en el desarrollo del mismo y los resultados que se pretende obtener para combatir la enfermedad. Los desafíos en el manejo de pacientes con cáncer y comorbilidades son múltiples es un desafío que muchas veces no se suele alcanzar. Al momento del diagnóstico, muchas personas que sobreviven al cáncer presentan comorbilidades preexistentes, como hipertensión, dislipidemia y diabetes, enfermedad renal, enfermedad cardiovascular y otros, que aumentan su riesgo de morbilidad y mortalidad, tanto oncológicas como no oncológicas. Esto se debe en parte al envejecimiento y al hecho de que el desarrollo de muchos cánceres comparte factores de riesgo como la obesidad estilos de vida sedentarios.

En comparación con las personas sin antecedentes de cáncer, las personas con cáncer presentan una carga desproporcionada mayor de comorbilidades que induce al paciente oncológico a eventos frecuentes de complicaciones, disminuyendo la efectividad del tratamiento y asiendo más vulnerable al paciente para afrontar los efectos propios de la enfermedad de fondo y de los efectos adversos del tratamiento oncológico.

Es importante mencionar que hay algunas comorbilidades inducidas por la terapia contra el cáncer son a corto plazo, como son las hiperglicemias, hipertensión arterial, alteraciones cardiacas que se resuelven al suspender la terapia, pero hay comorbilidades que se establecen definitivamente ocasionando complicaciones mayores que vulneran la calidad de vida del paciente, como podemos mencionar, como es las dislipidemias, DM II, HTA, ERC, ECV y otros.

Es prescindible establecer cribados que podrían identificar a los pacientes en riesgo al momento del diagnóstico de cáncer, lo que favorece un enfoque multidisciplinario que se recomienda a lo largo del tratamiento oncológico activo y la supervivencia al cáncer.

Al momento del diagnóstico, muchas personas que sobreviven al cáncer presentan comorbilidades preexistentes, como hipertensión, dislipidemia y diabetes, enfermedad renal, enfermedad cardiovascular y otros, que aumentan su riesgo de morbilidad y mortalidad, tanto oncológicas como no oncológicas. Esto se debe en parte al envejecimiento y al hecho de que el desarrollo de muchos cánceres comparte factores de riesgo como la obesidad estilos de vida sedentarios.

En comparación con las personas sin antecedentes de cáncer, las personas con cáncer presentan una carga desproporcionada mayor de comorbilidades que induce al paciente oncológico a eventos frecuentes de complicaciones, disminuyendo la efectividad del tratamiento y asiendo mas vulnerable al paciente para afrontar los efectos propios de la enfermedad de fondo y de los efectos adversos del tratamiento oncológico.

Es importante mencionar que hay algunas comorbilidades inducidas por la terapia contra el cáncer son a corto plazo, como son las hiperglicemias, hipertensión arterial, alteraciones cardiacas que se resuelven al suspender la terapia, pero hay comorbilidades que se establecen definitivamente ocasionando complicaciones mayores que vulneran la calidad de vida del paciente, como podemos mencionar, como es las dislipidemias, DM II, HTA, ERC, ECV y otros.

Estas comorbilidades están íntimamente ligada al estilo de vida del paciente y a la predisposición de desarrollar malnutrición ya sea por déficit o por exceso, es fundamental seguir una línea nutricional acorde al contexto de su diagnóstico, tratamiento oncológico que recibe o si es superviviente de la enfermedad, determinar posibles secuelas que haya ocasionado el tratamiento específico. Y en cada etapa de la enfermedad sostener un adecuado estado nutricional basado en un estilo de vida saludable.

Es prescindible establecer cribados que podrían identificar a los pacientes en riesgo al momento del diagnóstico de cáncer, lo que favorece un enfoque multidisciplinario que se recomienda a lo largo del tratamiento oncológico activo y la supervivencia al cáncer.

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